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20 ago 2016

Mi cuerpo es mio

Aceptamos lo abusos porque venimos de una situación de abuso. “Toda la vida ha sido así” no es un argumento más que para cambiar lo que “nunca debió de ser así”sino para urgir su cambio.
Leo el auto de TSJCV sobre las prácticas universitarias en hospitales públicos que suspende cautelarmente, la decisión de la Consellería de Sanidad que limitaba la realización de prácticas universitarias de estudiantes de Ciencias de Salud en la Universidad Católica de Valencia en hospitales públicos.
La cuestión esencial que se plantea con este conflicto tiene múltiples aspectos.
El primero es que lo más congruente con una universidad privada y el espíritu que la ha engendrado es establecer conciertos con centros de salud privados. Los alumnos que estudian en esa universidad harán sus prácticas tan privadamente como hicieron sus estudios en ella.
El segundo, es que ningún estudiante, aunque su universidad sea pública tiene derecho a disponer del cuerpo de un ciudadano enfermo para hacer prácticas como si fuera una cobaya. Todos pagamos con nuestros ingresos e impuestos el derecho a una atención médica pública que no condiciona su prestación al secuestro del cuerpo para entrenamiento de nadie. La sanidad pública no son los hospitales de beneficencia del S: XIX. Allí los ciudadanos enfermos eran atendidos y pagaban la atención en especies. Con su cuerpo aprendían los médicos.
Es claro que los médicos necesitan adquirir experiencia para ejercer su profesión. “Su necesidad” no les autoriza a “secuestrar” nuestro cuerpo, ¡ni aún si se comprometieran a prestar luego sus servicios en un centro público durante un determinado número de años!
Eso se exige ahora a los militares que logran su título de piloto tras formase con cargo a los presupuestos del Estado. Se acabó el abuso de lograr el título e irse a una empresa privada para forrarse. Quien estudia en una escuela privada lo hace con aviones privados y ejerce la profesión en empresas privadas cobrando sueldos privados.
 La máxima desfachatez es en las operaciones. ¿Le opera el médico que le dicen? Nunca lo sabrá. Quizá fue un estudiante “haciendo manos”. Hoy se graban los juicios para garantía del enjuiciado deberían grabarse las operaciones para garantía del operado. ¿Quiénes se oponen.
Se justifica el secuestro diciendo: “es un hospital universitario”. Qué beneficio obtengo? ¡Ninguno! Los hay muy sucios y muy corruptos donde se “hacen negocios” con mis datos. En todos mii cuerpo es el de una cobaya para que se entrene alguien que cuando sea médico privado me cobrará por sus servicios ¡lo que quiera!  tras haberse entrenado gratis a mi costa.
Si uno va al médico y lo recibe acompañado de uno o dos estudiantes de su especialidad la más mínima norma de educación exigiría que el médico se los presentara. Si eso no se lo enseñaron en su casa debió aprenderlo en la escuela o, al menos, en la facultad de medicina ¿O eso no se enseña? “permítame presentarle a estos dos médicos que está haciendo aquí su tal año de especialidad”. La privacidad de la medicina no admite la presencia de desconocidos.
Luego procedería pedir su autorización: “¿permite Vd. que asistan a la visita que Vd. me hacer? ¿permite Vd. que exploren su cuerpo en relación con los síntomas que Vd. tiene bajo mi supervisión, exploración que sería la que yo llevaría a cabo”. La inmensa mayoría aceptará esa petición; pero si se niegan esas personas deberían de salir en ese momento. ¡Es su derecho!
¿Algún médico tuvo con Vd. este trato que exige la buena educación? Raramente. Ellos son los primeros que consideran que Vd. es de “su propiedad”. Muy pocos tienen la conciencia clara de que son “sus empleados” y que su sueldo procede de su bolsillo, vía impuestos.

El secuestro del cuerpo del ciudadano es una forma de corrupción pública  impuesta.

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