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22 nov 2016

El populismo nos invade

Toda dictadura monárquica es un fraude aunque de cada ve el fraude varía. El más viejo es que era de “derecho divino”. La iglesia apoyó la mentira; la cobró en ilegítimos privilegios que aún conserva en gran parte. Añadió al concepto de “delito” el “pecado mortal” por oponerse “a lo que Dios quería” pero se dio el derecho a “revocar la obligación de respetar al rey” que equivalía a enmendarle la plana a dios “que había querido que el rey fuera rey”.
Esa estupidez ya se rechazó entonces aunque algunos hoy la hayan recuperado.  Los nobles aragoneses al jurar lealtad al rey empleaban la siguiente fórmula: “Nos, que valemos tanto como vos os hacemos rey y señor con tal de que nos guardéis nuestoros fueros y libertades y sino NO”. Ni Dios tenía que ver en el nombramiento del Rey ni la iglesia ni el Papa. Esta gente no defendía al pueblo por eso más que “populistas” eran “nobilistas”.
Oliverio Cronwell le cortó la cabeza al Rey de Inglaterra. Fue un hombre controvertido. Para muchos fue un populista. Sus defensores hablan de su liderazgo, su sentido de estado y el rechazar ser nombrado rey con derecho de herencia. Sus detractores destacan que atropelló muchas tradiciones, su ambición y autoritarismo. Que reinstaurada la dictadura monárquica se exhumara su cadáver, se decapitara y expusiera a la pública vejación parece invitar a pensar que en conjunto hizo más bien que mal.
El borbón francés, Luis XVI, fue un traidor. Como sus parientes españoles, Fernando VII no fue el último, trajo tropas extranjeras para atropellar a sus súbditos que eran una panda de populistas. Los Estados Generales lo condenaron y fue guillotinado. De esto se libraron los  borbones españoles que también fueron traidores. Y hoy ya no hay pena de muerte.
En 1868 los populistas derrocarón a un dictador monárquico, en este caso dictadora, Isabel II. Estos populistas de 1868 reconocieron, ¡que no concedieron!, el derecho al voto de los varones mayores de 25 años casi cuatro millones de personas  más de la mitad de los cuales eran analfabetos. Como eran populistas decían que una cosa era no saber leer y escribir y otra no saber razonar. Y como todo el mundo razona puede votar. ¡Vaya con los populistas!
Y declararon: “La obra política de las generaciones que nos han precedido ha sido una lucha incansable por amparar la libertad bajo las garantías que ofrece el régimen parlamentario”. Y La CE69 decía: “La Nación Española y en sus nombre las Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal deseando afianzar la justicia, la libertad y la seguridad y proveer al bien de cuantos vivan en España, decretan y sancionan la siguiente constitución”. ¡Serán populistas!
Bajo Amadeo I, un rey progresista que se fue porque las “fuerzas vivas” de la derecha: la iglesia y los propietarios eran reaccionarios rigió este  principio populista. La constitución no nata de la I República siguió la senda populista hasta sufrir el golpe de estado: el segundo borbonazo que también solo duró dos reyes. Creó un Senado con senadores vitalicios con derecho de veto para anular la democracia del Congreso. Los borbones no son populistas.
De nuevo el pueblo soberano solo aguantó a dos borbones. Alfonso XIII tuvo menos suerte que Isabel II pero más que Luis XVI. La II República, ¡panda de populistas!, también le condenó por traidor como a Luis XVI, pero siguió vivo. La II República reconoció, ¡no concedió!, el voto a las mujeres ¡serán populistas! Ellas todavía eran más analfabetas que los varones.
Tras el golpe de Estado de Franco, él nos impuso a los borbones tarea en lo que le ayudó Suárez. Lo sabíamos y ahora tenemos la prueba del Impuesto el borbón Aznar tuvo un toque populista. Rechazó la esencia de la democracia representativa donde los representantes son los electores que eligen. Él exigía que se le eligiera a él por ser el partido más votado. Rajoy ha tenido otro ramalazo populista al exigir lo mismo. Ambos populistas lo lograron.
Pero Rajoy ya está ya curado de populismo. En las próximas elecciones de su partido se ha opuesto a que los afiliados – el pueblo de su partido – pueda votar. No quiere seguir el esquema democrático de los partidos de la derecha en Francia.

Populismo sí, pero dentro de un orden. Es el viejo esquema franquista que conserva  vivo el PP: la ley del embudo: el populismo es decente si lo ejerce la derecha reaccionaria.

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