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16 abr 2017

Tres reflexiones (III) ¿Alguien quiere arreglar esto?

Terminaba ayer con derrotismo pero me niego a aceptarlo por más que el caso del independentismo catalán haya revelado el nivel de irracionalidad política de “esta España nuestra”. El Gobierno no pueda negarse a lo que la CE78 le permite: autorizar una consulta popular vía referéndum no vinculante, aunque, ¿qué bodrio es ese? Son dos conceptos incoherentes. Un referendum no vinculante no es referendum.  Si la soberanía reside en el pueblo y éste decide algo directamente, ¿qué clase de representación de esa soberanía es la del Parlamento que puede ignorar su decisión soberana? Es una  dictablanda.
Vivimos bajo una constitución que sin libertad nació muerta. La oposición la aceptó víctima del lavado de cerebro tras 40 años de atropello de la libertad y bajo la amenaza de un ejército dispuesto a repetir el genocidio de 1936. Aquel referéndum nunca tuvo validez jurídica. Se votó sin libertad y bajo engaño, como reconoció Suárez,aunque lo sabíamos todos incluidos los tramposos que siguen engañando a la gente de buen fe haciéndoles creer que fue una decisión libre. Quizá no se pudo hacer otra cosa. Pero el engaño fue mayor que el de las víctimas de las preferentes, subordinadas, hipotecas con el IRPH y cláusulas suelo. Todas hoy son nulas de pleno derecho. Es hora de aclarar que la CE78 es también nula de pleno derecho con igual razonamiento jurídico: ¡con engaño no hay libertad!
Pero hasta que lo hagamos sigamos con la CE78, ese engendro franquista que sigue en vigor, interpretándola acomodada a la realidad social del tiempo en el que han de ser aplicadas.
1º.- En ningún lugar de la CE78 se dice que la Cataluña española sea parte de España. Como en el caso del matrimonio homosexual no habría que cambiar ni una coma de la CE78 si se independizara; sólo algunas leyes; quienes quieren enquistar la solución alegando la necesidad de reformar la CE78 mienten; tanto como mienten los independentistas con sus argumentos históricos. Son tal para cual.
2º.- La CE 78, art. 149.1.32ª reserva al gobierno la competencia para autorizar “la celebración de consultas populares por vía del referendum”. Una consulta no vinculante no se puede confundir con una consulta popular por vía de referéndum. Al negarse a permitir lo que la ley no prohíbe el Gobierno creó conflicto. El TC, politizado a tope, se equivocó o prevaricó al respaldarlo.
Dice el art. 149.2 CE78: “Las materias no atribuidas expresamente al Estado por esta Constitución podrán corresponder a las Comunidades Autónomas, en virtud de sus respectivos Estatutos”. La torpeza de los catalanes al aprobar su último estatuto fue total.  Al no atribuirse el derecho a hacer consultas populares que no fueran por vía de referéndum tiene que aplicarse el artículo 149.3 CE78: La competencia sobre las materias que no se hayan asumido por los Estatutos de Autonomía corresponderá al Estado. ¡Torpes; más que torpes! Pero pese a toda esta mierda constitucional aún cabe arreglar este entuerto promulgando una ley que evite el error del Bréxit; una ley que diga  qué porcentajes se exigen según cuál sea la naturaleza de la consulta; sus ámbitos geográficos; sus consecuencias políticas y económicas, etc.; una ley donde el ciudadano sepa las consecuencias de su voto y, en consecuencia, pueda votar de modo responsable. Los referenda donde el que vota en blanco no sabe las consecuencias de su voto son cosa de las dictaduras nacionalistas, Franco los hizo, o de los nacionalistas dictatoriales, su imagen especular dextrógira.
El TC debió dar esta interpretación a la consulta que se le hizo sobre la “consulta popular catalana” que por sus formas: las condiciones de organización, participación y contabilidad, no se puede confundir, salvo con mala fe, con una “consulta popular por vía de referéndum”.
Si uno no quiere dos no discuten; pero si dos quieren discutir, la bronca es inevitable. Estas Cortes son fraudulentas; no es representativo un Parlamento que atropella el principio básico de la democracia una persona un voto  ¿legalmente?, nadie quiere arreglar el entuerto. Todos, es decir TODOS, distraen  a los ciudadanos con el "falso problema catalán”. La realidad, emergió en las últimas votaciones, es que la mayoría no es independentista. Pero así se distrae la atención para que  el ciudadano no exija su derecho a una constitución libremente elegida que hoy sería posible libres de la presión del ejército franquista; el fin de la corrupción que pudre el Estado “desde la más altiva princesa a la que pesca en ruin barca”; el fin del atropello de los derechos sociales que avergüenza a un país cuyos ciudadanos son solidarios; en suma, el fin del atropello la libertad; la recuperación de la igualdad, fundamento de la democracia que se nos sigue negando. ¿Quousque tándem Catlilina abutare patientiam nostram? ¡Ya van otros 40 años!
En España, “Dime de que alardeas y te diré de que careces”, todos, es decir a TODOS, repiten, ese falso mantra “vivimos en democracia”. Eso no ocurre en ningún país democrático. Se busca la fuerza de la mentira repetida para ocultar la verdad: vivimos la continuación de la dictadura franquista. “Sin complejos” dijo el Lic. ex-presidente Aznar. Sus tics ya han desbordado el disfraz de esta dictablanda monárquica con la que Franco lo dejó todo “atado y bien atado”. Nosotros, pobres e ilusionados ingenuos, nos reímos. Al final emergió la verdad: ¡NO NOS REPRESENTAN! ¿Para qué? A todos, ¡ A TODOS!, el fraude del montaje les va ¡de muerte de bien!  Un justo pudo salvar Nínive. ¿A qué esperamos? Nosotros seguimos alienados; seguimos esperando a Godot.

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