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7 ago 2016

No buscan la concordia

Bajo el título “18de julio: huir de la discordia” leo en el ABC un artículo que dice: ”La falsificación deliberada y sistemática de nuestra Historia contemporánea, llevada a cabo con programada inverecundia por algunos de los sucesores de quienes perdieron la guerra civil y sin réplica apreciable por parte de los herederos políticos de los vencedores, está deformando de manera inquietante la mentalidad de los jóvenes españoles que, sin formación ni conciencia crítica ninguna, aceptan con la mayor naturalidad la beatificación de las figuras históricas de la izquierda radical y la demonización implacable de cuantos tuvieron algo que ver con la derecha”, sin embargo la impresión que yo tengo es la contraria.
Todavía hay políticas del PP que sacan a relucir a los bolcheviques - ¿algún joven sabe quiénes fueron ni qué hicieron? - en sus soflamas políticas y otros desacreditan a los partidos “comunistas” cuyo partido es tan legal como el PP que fundó un Ministro del general que dio un Golpe de Estado contra la Democracia Republicana; el mismo PP que no respeta la constitución porque al Gobierno le acaba de decir el TS que aprobar ventas de armamentos por la vía del Decreto Ley atropella la constitución.
A su autor “esta misma terminología de vencedores y perdedores era ya anacrónica en 1969 cuando, al declarar prescritos todos los delitos cometidos con anterioridad al 1 de abril de 1939, cualquiera que fuera su gravedad y sus consecuencias, se calificó a la guerra civil de “lucha entre hermanos”, porque olvida que la primera amnistía fue de los delitos cometidos sólo por los del bando vencedor mientras que los del bando democrático, que habían respetado la legalidad vigente - fueron condenados a muerte o a diversos años de prisión por “atentar contra el orden público.
Teniendo en cuenta que “quien olvida la historia está condenado a repetirla” no puede afirmarse que se decidió “dar por olvidado nada” con la Ley para la Reforma Política de 1976, porque allí lo que se hizo fue rechazar todo lo que oliera a golpe de Estado. La monarquía continuadora del régimen “nunca fue de todos” sino de él; del “muerto” y del “vivo”; el que para quedarse con la finca juró defender los Principios del Régimen golpista y se deshizo en elogios del genocida.
El “futuro de concordia en libertad y la Constitución de 1978 dio cobijo, por primera vez, a todos, al margen de antecedentes, de etiquetas históricas y de comportamientos políticos”, de lo que fue claro ejemplo el golpe del 23-F y la nula purga que hoy en el ejército, que seguía siendo franquista, contrariamente a lo que está haciendo Erdogan en Turquía. Mucho habrá que descubrir entre los “padrinos” de ese golpe pese a los muchos documentos y grabaciones destruidas ¿para proteger a quien? El blog de Anasagasti sobre Sabino Fernández Campos es muy esclarecedor.
El actual régimen, pese a lo que afirma su autor “no es plenamente democrático” porque está prohibido elegir al Jefe del Estado; tampoco en él se “respetan todas las ideas” que para eso se ha promulgado la Ley mordaza;  y tampoco se “limita la libertad de cada uno exclusivamente por el respeto a la libertad de los demás” porque la asimetría del ejercicio de esa libertad según quien sea el autor de las opiniones es cuestión que vemos todos los días en la prensa. Por otra parte nunca hubo un “sugestivo proyecto de vida en común” sino la opción menos mala ante el temor de otro golpe de Estado que triunfara. Y a la vista de la corrupción rampante en estos últimos 40 años donde están implicado desde las más altas personalidades del Estado hasta los concejales de pueblos pequeños, Calificarlo de “casi cuarenta años de progreso que la Historia reconocerá entre los más brillantes de nuestro recorrido por ella” revela la aprobación de la ruina de las clases medias y bajas.
Una exposición que enaltezca a “don Indalecio Prieto” no merece reproche del autor pero pretender  “borrar la heroica figura del general Moscardó” no le rebaja por su heroicidad sino por su deslealtad contra la República democrática que le pagaba todos los meses para que la protegiera del terrorismo golpista. Nadie que respete la historia, ¿lo hace el autor?, puede negar que “las Brigadas Internacionales fueron y son paradigma de la lucha por la democracia” y no se puede ocultar que “la División Azul es un símbolo hitleriano” sin que enviarlo al frente del Este reduzca ese apoyo al ejército nazi. Declarar “infausta ley de memoria histórica que, lejos de enterrar a los muertos como debemos y de sanar las heridas que puedan seguir abiertas, está provocando de nuevo las discordias y los enfrentamientos civiles” ignora que los provocan los herederos de los vencedores.
Que el régimen democrático no fuera idílico no justifica un golpe militar contra una república democrática que se dio porque la derecha había perdido las elecciones. Las amenazas de guerra civil para evitar  la revolución roja ¡que no ocurrió! no justifica dar un golpe de Estado tras dos años diciéndole a los campesinos “no queréis república, que os alimente la república”.
Sin duda contrariamente a lo que piensa su autor “la amnistía de los gravísimos delitos del 34, votada por las derechas “ contribuyó a la pacificación del bien público y a la tranquilidad de la vida nacional Dice el autor “no bastó la dramática apelación de Azaña a que no había venido a presidir una guerra civil, sino más bien con la intención de evitarla. El periódico de las izquierdas francesas advertía de que el Gobierno de Madrid estaba siendo desbordado por sus aliados de extrema izquierda, y estos parecían empeñados en darle la razón creando un clima rigurosamente inadmisible en el propio Congreso de los Diputados” pero eso se resuelve en el Congreso; no dando un golpe militar que llevaba meses y meses fraguándose ya antes de perder las elecciones.
Todos los dislates que se decían en el Congreso por Diputados de Derechas y de Izquierdas están mal por su desmesura pero están bien porque son palabras más o menos amenazantes pero dentro del juego democrático parlamentario en el que prima la libertad de expresión. Un golpe de Estado es otra cosa; es acabar con la democracia.
Que Dimítrov creyera “que el Frente Popular era una fase transitoria magnífica hacia la revolución comunista” tampoco justifica que Franco Mola y Varela, con Sanjurjo a la cabeza dieran un golpe de estado de base terrorista induciendo y protegía los asesinatos mientras que si en el ldo de la República  los había era porque el poder no pudo controlarlos hasta que lo consiguió.
Ochenta años después, no hay, por fortuna, comparación posible y a nadie se le ocurre que puedan reproducirse tan angustiosos acontecimientos”, dice el auto, pero por eso, recuperado un cierto grado de libertad debería como él dice llegar a un “acuerdo o en la civilizada discrepancia, las soluciones a los problemas de hoy, que son bastante más importantes que las medallas o el nombre de las calles” si no fuera porque  muchos los miles de españoles ven allí el nombre de los asesinos de sus padres o abuelos.

El ejemplo de Francia donde no hay ninguna calle dedica a Petain y sus secuaces nazis, de Alemania donde no hay ninguna dedicada a Hitler y sus secuaces nazis yo de Italia donde tampoco hay ninguna dedica a Mussolini y a sus secuaces fascistas es el ejemplo que nos da Europa y el que debería haber propuesto el autor de este trabajo en busca de la concordia.

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